AMBIGÜEDADES DE LA VIDA TERRENAL: ENTREVISTA A JONHATAN PINTO “JONHYTRECE”

20.06.2025

POR MATÍAS OLIVERA


El tatuador @jonhytrece.xiii, miembro del estudio Black Dharma Tattoo, nos abrió las puertas de su estudio y compartió con nosotros detalles sobre su estilo, sus procesos creativos y el lugar que ocupa el tatuaje en la escena underground y mainstream actual.

-¡Bienvenido, Jonhy! ¿Cómo estás? ¡Te doy la bienveni da de parte de todo el equipo de Talea y Color!


¡Gracias, muchas gracias!


-Bueno, conociendo tu trabajo y teniendo en cuenta que, además de tatuar, realizas producciones audiovisuales vinculadas con la animación, mi primera pregunta es: ¿Te consideras un artista multimedial, un tatuador, o prefieres no usar etiquetas?


Buena pregunta, sí. Creo que lo que más ejercí este último tiempo, durante diez años para ser más específico, fue el tatuaje. Si bien también trato de desempeñarme en otras áreas, como la animación o el contenido audiovisual que realizo en Karmademencial, mi canal de YouTube, creo que podría definirme más como tatuador. Es a lo que me dedico hace más tiempo y, a la vez, la verdad no sé cómo sentirme con respecto a la etiqueta; creo que la tengo asumida y super naturalizada ya, porque es a lo que me dedico. Es un poco redundante, pero es así. Creo que no es solo cuestión de agarrar una máquina y decir "soy tatuador", sino que es más un proceso evolutivo dentro de uno mismo y en el arte del tatuaje, que es una rama artística muy bonita. Poder explorarla es algo inmenso. Siento que me falta un trayecto largo por recorrer todavía, pero estoy en camino y lo disfruto muchísimo. Estoy muy contento de ser tatuador.


-¿Cómo te iniciaste en el mundo del tatuaje? ¿Qué te inspiró a convertirte en tatuador?


Creo que la vida misma me inspiró y me fue guiando; al menos así fue como yo lo tomé, como mensajes que la vida me daba. Siempre recuerdo que cuando era niño, alrededor de los 7 u 8 años, tenía un ropero frente a mi cama, en mi habitación, que tenía dibujada una Hannya (demonio japonés) con la palabra "tattoo" arriba, y me preguntaba en ese entonces: "¿Qué será eso?". Después, con el tiempo, me fui acercando al mundo del tatuaje. Cerca del 2010 estuve interesado en empezar a tatuar, pero no llegaba a comprarme las máquinas. En un momento conocí a Adrián, un amigo. Al año de empezar a frecuentarnos, él se compró una máquina y me hizo mi primer tatuaje. Eso me re manijeó. Ya estábamos en el año 2012. Al mes o dos meses quizás de hacerme mi primer tatuaje, ya me había hecho el segundo, y al poco tiempo soñé que me tatuaba toda la cara, solo, frente a un espejo. Soñé eso y al otro día renuncié a mi laburo; estaba trabajando en una fábrica en ese entonces. Compré las máquinas en Clon, un local en la localidad de San Miguel, y ahí arranqué a tatuar. Arranqué así, de locura, y siento que se tuvo que dar así.


-¿Qué artistas o estilos han influido en tu trabajo y por qué?


¿Estilos? ¡El estilo tradicional! ¿Artistas? Creo que los más allegados, mis colegas. Los que llegué a conocer en persona son los que más me inspiraron; después, artistas famosos, por así decirlo, no tengo muchos referentes. Siento que mi "escuelita" fue la que me fueron mostrando las personas con las que fui aprendiendo: la escuela del tatuaje tradicional americano y, poco a poco, también fui conociendo la escuela oriental, la tradicional japonesa. Creo que la inspiración la obtengo del artista más próximo, aquel que me muestre algo bien hecho. Eso es lo que me inspira.


-¿Cómo describís tu estilo de tatuaje y qué te caracteriza como tatuador?


En la escuela del tradicional americano se trabaja con líneas gruesas, sombras sólidas y una paleta bastante limitada de cinco o seis colores. Igualmente, eso en la actualidad fue cambiando y yo también trato de hacer eso: cambiarle un poco la estética al estilo. Los colores tradicionales básicos son el rojo, verde, marrón, amarillo y azul, generalmente saturados. Yo trato de llevar los colores a una paleta más pastel, integrando el blanco, pero conservando el negro y las líneas gruesas. Trato de jugar y explorar las posibilidades, pero conservando la esencia del estilo, vinculándolo a la vez con el estilo tradicional japonés.


-¿Cómo trabajas con tus clientes para diseñar un tatuaje personalizado? ¿Qué es lo más importante para vos en ese proceso?


Generalmente, trabajo con mis propios flashes, mi producción y mis ideas en cuanto a diseño, o bien podemos partir de la idea del cliente. Usamos un estándar: dimensiones del diseño, ubicación y la foto de referencia para saber qué es lo que vamos a tatuar. Es fundamental pensar el diseño en relación con la anatomía del cliente. Y ahí entra en juego la imaginación de uno también para la interpretación de la idea del cliente, llegar a un acuerdo y empezar a plasmar el proyecto. A veces, un proyecto puede llevarnos dos, tres sesiones o más; o a veces, solo dos o tres horas. Varía mucho según el diseño. Lo que más priorizo es que nos sintamos cómodos para trabajar, tanto el cliente como yo, porque me gusta que se genere ese intercambio.


-¿Qué papel juega la improvisación en tu trabajo? ¿Creaste alguna vez un diseño en el momento?


Sí, he creado algunos diseños en el momento, se les llama freehand. Es dibujar con un marcador Sharpie o lapicera directamente sobre la parte del cuerpo a tatuar, y es algo que me gusta mucho, la verdad; siento que podes fluir de otra manera.

Esto sirve mucho para adaptarlo a proyectos grandes en lo que a la anatomía se refiere. Por ejemplo, en el tradicional japonés, los diseños siguen ciertos patrones; no todo está librado al azar. No sé, se me ocurre, un dragón situado en un brazo debe estar dispuesto de cierta manera y en cierto espacio para poder lucirse. Son cuestiones importantes a tener en cuenta a la hora de hacer freehand. Está bueno contar con la improvisación como parte del abanico técnico, pero también entiendo que esa improvisación tiene que estar bien lograda, bien estudiada previamente. No tendría que estar librada al azar o porque algo me haya parecido "bonito"; tiene que ser algo que esté bien situado en un principio y que funcione visualmente.


-¿Cómo cuidas la higiene y la seguridad en tu estudio? ¿Qué medidas tomas para garantizar la salud de tus clientes?


Contamos con procesos de esterilización, autoclaves y hornos de esterilización. Utilizamos también materiales descartables, desde agujas, tips, guantes, campos y demás, tomando todos los recaudos posibles para que no haya contaminación cruzada ni que surja ninguna situación contraproducente a la hora de tatuar. Uno tiene que estar, además de cómodo, seguro dentro de su estación de trabajo. Y en cuanto a los clientes, además de proporcionarles esa comodidad, tratamos de instruirlos acerca de los cuidados. Hay personas que se hacen su primer tatuaje y no saben cómo cuidarlo. Tengo un speech sobre cómo cuidarlo:

"Usar film por lo menos el primer día, cambiarlo dos o tres veces en el día. En lo posible, el primer día, dormir con el film puesto, porque el tatuaje es una herida abierta y, por lo tanto, va a supurar y más si tiene el film que lo protege y lo va a hacer transpirar. Todo ese excedente que supura, ya sea sangre, suero o tinta, hay que sacarlo. Hay que lavarlo con agua y jabón neutro y secar el tatuaje. Una vez que esté seco, se le aplica crema humectante sin excederse."


-¿Cómo ves la relación entre el tatuaje y la cultura argentina? ¿Qué símbolos o motivos te gustaría explorar en tu trabajo?


Creo que el tatuaje en nuestra cultura popular fue algo que se dio de forma exponencial, de cero a cien. Yo tengo 33 años y me acuerdo, cuando era chico, a los 9 o 10 años, que las personas tatuadas tenían los cinco puntos o una rosa o cosas así, y estaba mal visto. Pero bueno, de a poco se fue dando más la aceptación en la cultura, partiendo desde abajo, desde la clase obrera en adelante, hasta que se popularizó a través de figuras públicas, como Marcelo Tinelli, por ejemplo, que no me cae bien ni mal, pero se tatuó y la gente empezó a ver el tatuaje como algo cool. También siento que las redes sociales impulsaron el tatuaje al mainstream; el mar del tatuaje es inmenso y, encima, cada día hay más y más tatuadores, uno mejor que otro y viceversa también. Destaco el hecho de que el tatuaje se haya vuelto mainstream porque ahora se pueden visibilizar más los trabajos de buena calidad y que tienen un gran trabajo de fondo. Haces algo lindo, lo mostrás en redes sociales y la gente te conoce.


-¿Qué significa el tatuaje para vos hoy?


Para mí es mucho, es un montón. Es como un estilo de vida. Es complicado, como la vida de todas las personas, que a veces estamos en las buenas o en las malas, pero siempre estamos, y el tatuaje siempre estuvo para mí y siempre me dio cosas buenas. Siento que es todo, lo mejor que tengo, algo propio. Además, tengo un hijo, que es lo mejor que tengo de la vida terrenal, ¡esto que es increíble! Pero el tatuaje es como un maestro, un dios o una entidad, y al poder explorarlo en profundidad, también me exploró a mí mismo. También existe la otra cara de la moneda, que es superficial: mejorarse la skin, hacerte un tatuaje es "enchularte" el cuerpo, ponerte una calcomanía que no se va a ir nunca más. Sin embargo, no deja de ser algo bello, y me quedo con eso porque siento que, más allá del trabajo espiritual e introspectivo, tanto en el tatuaje como en cualquier cosa que quieras explorar y desarrollar en tu vida, siempre vas a encontrar ambigüedades. Varía mucho la intención de cada uno. Tenes esta especie de aura ritual que se presenta por un lado: la persona que quiere hacerse el nombre de su padre, de su madre o su perro. Y también está la persona que quiere hacerse simplemente algo muy, muy fachero, un súper dibujo que está re bueno, que no necesariamente tiene que tener un significado muy profundo; simplemente está facherísimo, y también es válido. Es una vida terrenal la que vivimos, y si te vas a hacer algo, hacete algo re copado!


-¿Cómo crees que el mundo del tatuaje evolucionó en la sociedad argentina? ¿Qué cambios ves en la percepción del tatuaje?


Yo creo que es un conjunto de cosas. Así como yo devine en tatuador, creo que las cosas van a devenir en lo que estamos haciendo ahora; uno está trabajando para que las cosas sucedan, justamente. Por ejemplo, yo no soy mainstream pero tampoco me puedo quejar de no serlo, porque lo estoy dando todo. Quiero reconocerme eso y quiero reconocérselo también a mis colegas y artistas que no conozco que están moviendo esta rama desde el under. Las cosas se van dando, se trata de sembrar una semillita, ir regándola y darle amor. Después, los resultados van a ir hablando por sí solos. Hay un trabajo muy personal en cuanto a la experiencia de vivir del tatuaje: personas que le dedican mucho amor, mucha paciencia, mucho trabajo, y hoy por hoy no tienen tanto renombre. Conozco a muchos. Y también está el otro lado: tenés personas que solo siguen la tendencia; también conozco a algunas de ellas y siento que no hay un respeto por el arte, sino que es una cuestión más de moda, algo efímero.


-¿Cuál ha sido el tatuaje más desafiante que has realizado? ¿Cómo lo superaste?


Cuando arranqué a tatuar, mi aspiración era, dentro de los estilos, tatuar realismo. Quise hacerle a un cliente un clásico del tatuaje realista: el diseño de un indio rodeado por lobos. Yo tenía menos de un año tatuando y fueron alrededor de 5 o 6 horas de sesión. Quedó muy mal. Mientras lo hacía, me decía para mis adentros: "¿En dónde me metí?". Creo que es importante darte cuenta cuál es tu techo técnico a la hora de ejecutar un tatuaje para no lanzarte a hacer algo que no sabés hacer. Es necesario, igual, ese "hondazo" que te baja de la montaña y te dice: "Empezá a estudiar para hacer las cosas bien". Después, en la actualidad, tengo proyectos copados de espalda y piernas en los que estoy trabajando, pero estoy acá gracias a chocar con mis límites y sincerarme en su momento con cosas que no sabía hacer y que me llevaron a un aprendizaje para poder pulirme. Ahora estoy contento; si bien muchos proyectos los considero desafíos o retos, me comprometo desde un lugar más responsable y autocrítico. Es una labor que disfruto. Es todo obra de la causalidad, las cosas devienen así.


-¿Qué consejo le darías a alguien que quiere iniciarse en el mundo del tatuaje?


Que dibuje mucho, que sea más lo que dibuje que lo que tatúe. Creo que esa es la clave, porque más allá de aprender la técnica de cómo tatuar, a qué velocidad usar la máquina o cuál aguja utilizar, entre muchas otras cosas, eso lo vas a aprender. Si te comprás la máquina y lo practicas uno o dos años, ya vas a saber "pinchar", pero la identidad artística te la va a dar dibujar un montón. Tatuar es una herramienta, pero dibujar es otro universo, un universo donde estás vos y tu búsqueda.


-¿Qué es lo más gratificante de ser tatuador? ¿Qué te hace sentir orgulloso de tu trabajo?


Gratificante es llevar a cabo un proyecto personalizado en conjunto con un cliente que valora tu trabajo y que paga por él. Eso es muy gratificante. Y sí, al final del día me siento muy orgulloso de lo que hago, pero más agradecido que orgulloso. El tatuaje es una de las cosas que más me enseñó, y eso me hace sentir agradecido, porque es una bajada a la realidad: poder elegir tu trabajo y vivir de eso es algo que no todos pueden hacer. Es un desafío constante, pero ya van 13 años y seguimos juntos, junto al tatuaje.


-¡Jonhy, te agradezco de parte de todo el equipo de Talea y Color por tu tiempo y tus palabras, a vos y a todo el equipo de Black Dharma! ¿Nos querés dejar con alguna reflexión para finalizar?


¡Gracias a vos, amigo, y sí! Mi reflexión final es: ¡Hagan la tarea! Hay que hacer la tarea y hay que hacerla hoy, si es posible, no dejarla para mañana porque mañana no sabemos qué va a pasar.