Hay algo en el aire, ¿no?        (Breve apología de la música de El eternauta)

30.05.2025

La madera cruje y un sonido sintetizado sufre un crescendo que anticipa la devastación. El sonido de dos cuerpos que caen, una puerta que rechina y se cierra sola. Una respiración entrecortada y algo blanco que cae del cielo.

Así comienza El eternauta y específicamente su banda sonora. Por delante hay enemigos, aventura y medio, pero también hay valentía, solidaridad e identidad: los sonidos de la serie se harán eco de todos esos elementos y nos permitirán sentir las emociones de los personajes en carne propia.


Es claro que la serie es una excelente compilación de música nacional, en especial del rock de los '70 y '80 y del folklore, pero no es donde vamos a poner el foco. Vamos a prestarle especial atención a la música original creada por Federico Jusid (y acompañada por música de Francisco Sokolowicz). Y ya desde el primer capítulo, imbricado con el rock nacional, se puede escuchar la música que hace la mismísima Ana, la cuál nos ofrece un momento de tranquilidad en medio de la noche porteña antes de que se desate la locura y el miedo. Cuando todo comienza realmente, sólo hay sonido ambiente. La música va a retener su entrada hasta que Vicente caiga y Lucas diga "Hay algo en el aire, ¿no?".

Durante los seis capítulos, la banda sonora va a combinar un increíble foley y un diseño de sonido exquisito con una compilación musical realmente representativa de la argentina y melodías, armonías y texturas que recuerdan a trabajos anteriores de Jusid (como El secreto de sus ojos  y a series como Dark, Dune y Chernobyl. Hecho que no es casual teniendo en cuenta dos cuestiones muy importantes: la primera es que el compositor lleva años trabajando en música de películas y series y, al trabajar con Netflix, seguramente establecieron que la música debía sonar como vienen haciéndolo las de los últimos años. La segunda cuestión es que la serie tiene una impronta de argentinismo que va a hacer que dentro de unas semanas ya veamos gringos disfrazados con máscaras de gas, tomando mate y jugando al truco.

En ese sentido, la serie como un todo es una respuesta a The last of us de HBO, pero tienen algo en común. La serie de zombies tiene música de Gustavo Santaolalla (argentino también) e incluye una instrumentación que un yanqui promedio no se esperaría: un ronroco. 


Podemos empezar a afirmar que la hispanoamericanización de los proyectos hollywoodenses ya está en marcha ¿no?  Y en el caso de El eternauta, es el rock pero especialmente la voz de Mercedes Sosa, cantando la Misa criolla de Ariel Ramírez,  lo que le da una dosis tremenda de criollaje argentino a la serie.

Para amalgamar todos estos elementos argentinísimos con las sonoridades propias de series apocalípticas, Jusid musicaliza la serie tomando un poco de cada cosa. En los primeros minutos podemos escuchar la infaltable orquestación clásica con voces, cuerdas con marcatos y glissandos, metales, etc. Pero casi instantáneamente, aparecen los sonidos sintetizados o editados, que recuerdan tanto a la música concreta de Pierre Schäffer como a los temas más experimentales de Radiohead, Björk o hasta Autechre. Las cuerdas pulsadas y percutidas se hacen presente un poco más adelante con un imaginario sonoro que recuerda a las melodías más desérticas de Dune. Las sigue una fusión de órgano de iglesia y theremin que nos hacen pensar en la salvación de las almas al mismo tiempo que nos recuerda que estamos viendo una serie que trata sobre una invasión alienígena. De esos sonidos se desprende un violín que suena a desolación. Y así es que después de darnos un momento para asimilar esa sensación, aparecen sonidos percusivos que nos recuerda que en una situación como la que se vive en la serie, no hay tiempo para ponerse mal: hay que actuar. La tensión crece y así también lo hace la sensación de esperanza: rápidamente se instalan los sonidos de órganos, campanas y cuerdas, con acordes épicos que recuerdan a Interstellar. Y ahora sí, después de habernos paseado por las sonoridades y colores más disímiles, generando miedo, desesperación, esperanza, tensión, luz, aparece eso que suena a chacarera. Y con los primeros acordes uno se acuerda de que la serie es de Netflix pero antes es argentina.

Y acá hay algo que me parece importante mencionar: esta música, con esta sonoridad criolla, no aparece en cualquier lado. De los 44 minutos que dura el track, la argentinidad hace su aparición cerca del minuto 27. ¿Y qué lugar ocupa ese minuto dentro de los 44 totales? Bueno, no es para que nos agrandemos, pero está justo en el lugar donde se da la proporción de oro (si no sabés de qué estamos hablando, chusmeá esto: proporción áurea, número áureo y secuencia de Fibonacci . No puedo saber si es una casualidad o esta banda sonora está pensada al milímetro, pero la única verdad es la realidad y la realidad dice que esos sonidos están colocados ahí y no en otro lado.

Lo que resta de la banda sonora retoma elementos anteriores, los combina, los desarrolla, los yuxtapone y nos va dejando la sensación de que no podía ser otra la musicalización y sonorización de la serie que fue, al otro día de ser publicada, furor en Argentina y el mundo.

Porque no sólo tuvimos a exponentes como Maradona y el Papa. No dejamos de tener Oesterhelds, Jusids o Stagnaros. Más aún, no dejamos de tener construcciones colectivas que dan que hablar en el mundo entero. Viva la Patria y El eternauta.


Juan Pablo Mounier